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miércoles, 13 de marzo de 2013

Templarios en La Patagonia -X-

La Búsqueda de las Ciudades de los Césares: Historias de Otras Expediciones

Expedición de Diego de Rojas en busca de la Ciudad de los Césares - 1543

Fue un explorador y conquistador español del siglo XVI. Nacido en la ciudad de Burgos afines del siglo XV o principios del siglo XVI y muerto en 1544 en Santiago del Estero en lo que hoy es Argentína. Llego a a la ciudad de Santo Domingo en 1516. En 1522 se trasladó para México donde estubo bajo las órdenes de Hernán Cortés, posteriormente formo parte del ejército conquistador de Pedro de Alvarado, participando en las conquistas delo que ahora es México, Guatemala y El Salvador.

Despues de la segunda fundación de San Salvador en 1528, fue enviado junto a otros cápitanes para terminar la conquista de lo que ahora es El Salvador. Iniciando en 1529 la conquista de la zona oriental de El Salvador (dominado por los indígenas lencas). Tomado preso por Martín Estete (enviado de Pedrarias Dávila para adueñarse de San Salvador y conquistar los territorios Lencas), fue liberado cuando el cápitan Francisco de Orduña derroto a Martín Estete. Se estableció en Acajutla a fines de 1532 y junto a Pedro de Portocarrero fueron los encargados de la conquista y la pacificación de los pueblos indígenas de la Costa del Bálsamo.

En 1536 viajo a lo ahora es Perú, como parte de un cuerpo de auxilio para ayudar al ejército de Francisco Pizarro. Entre 1538 y 1539 participo en la conquista de la provincia de Charcas, en donde fue su primer gobernador.

En 1543 exploró el Río de la Plata con 200 hombres como le ordenara el gobernador de Perú Cristóbal Vaca de Castro poco después de la conquista de Perú por parte de Francisco Pizarro. Llegó a ser Justicia Mayor y junto a Lope de Aguirre exploró el territorio de los indios chunchos. Fundó Chuquisaca muriendo poco después en 1544 a causa de una flecha envenenada en Santiago del Estero.

Juan Jufré, Teniente del Gobernador Francisco Villagra, envía una expedición desde Cuyo para reconocer la provincia de Trapananda o los Césares - 1563

La región de Cuyo estaba dentro de la gobernación de Nueva Andalucía creada el 21 de mayo de 1534 por Carlos V para Pedro de Mendoza. Quedó luego incluida dentro de la gobernación de Nueva Extremadura creada por Pedro de Valdivia el 11 de julio de 1541, que se extendía 150 leguas desde la costa del océano Pacífico a partir del paralelo 27° S, confirmada por Carlos V en 1552. Los primeros españoles que ingresaron en el actual territorio mendocino lo hicieron en 1551 a las órdenes de Francisco de Villagra, quien descendió desde el Perú por la ruta del Tucumán con el objetivo de unirse a Pedro de Valdivia en Chile. El 2 de Marzo de 1561 el capitán Pedro del Castillo fundó la ciudad de "Mendoza del Nuevo Valle de La Rioja", dándole el nombre del gobernador de Chile, García Hurtado de Mendoza.

Otra expedición al mando del capitán Juan Jufré, enviada por Villagra el sucesor de García Hurtado de Mendoza en la gobernación de Chile, traslada la ciudad a la margen izquierda del río a "dos tiros de arcabuz" al sudoeste, el 28 de marzo de 1562, rebautizándola "Ciudad de la Resurrección en la Provincia de los Huarpes", pero perduró su nombre original. El 13 de junio de 1562 Juan Jufré de Loayza y Montese, fundó San Juan de la Frontera, en el valle de Tucuna, por orden de Francisco de Villagra, capitán general de Chile.

El corregimiento de Cuyo dependiente de la Capitanía General de Chile fue creado en 1564, fue uno de los once corregimientos en que se subdividió Chile. Aunque se ha perdido su acta fundacional, se cree que la ciudad de San Luis fue fundada el 25 de agosto de 1594 por Luis Jufré de Loaysa y Meneses, teniente corregidor de Cuyo. En 1596, después de haber sido abandonada, Martín García Oñez de Loyola, capitán general de Chile, mandó fundarla nuevamente. Entonces la ciudad recibió el nombre de "San Luis de Loyola Nueva Medina de Río Seco".

El 25 de junio de 1751 el maestre de campo Juan de Echegaray fundó la villa de San José de Jachal. En 1767 fueron expulsados los jesuitas del corregimiento. Para detener el avance pehuenche se erige el Fuerte San Carlos (5 de febrero de 1770). En 1772 al crecer la población alrededor del fuerte se fundó la Villa San Carlos en el Valle de Uco. El 1 de agosto de 1776, el corregimiento de Cuyo pasó a ser una de las partes constituyentes del virreinato del Río de la Plata, pasando a ser en 1782 la Intendencia de Cuyo y en 1783 parte de la Intendencia de Córdoba del Tucumán. Cuyo siguió bajo la jurisdicción de la Real Audiencia de Chile hasta 1785, cuando fue establecida la Real Audiencia de Buenos Aires.

Período 1583 a 1703

1583 - Expedición de Lorenzo Bernal del Mercado, con el auspicio del gobernador de Chile Alonso de Sotomayor 1604 - Expedición de Hernando Arias de Saavedra, que saliendo de Buenos Aires llega hasta el río Negro

1619 - Cosme de Cisterna, gobernador de Chiloé, envía una expedición de reconocimiento con el objeto de averiguar la existencia de los Césares

1621 - Expedición de Diego Flores de León llega hasta el lago Nahuel Huapi

1622 - Expedición de Jerónimo Luis de Cabrera desde Córdoba. Un levantamiento indígena lo obliga a regresar a las alturas del río Negro

1669-1673 - Expediciones del jesuita Nicolás de Mascardi por la Patagonia austral. En su largo periplo, cruza cuatro veces la cordillera de los Andes y llega hasta el estrecho de Magallanes sin encontrar rastros de la Ciudad de los Césares. En 1673 muere asesinado por los indígenas, tras fundar una misión en el lago Nahuel Huapi

1674-1676 Expediciones de Manuel Gallardo y Antonio de Vea a los archipiélagos australes, en busca de asentamientos o barcos enemigos

1703 - El jesuita Felipe de la Laguna refunda la misión de Nahuelhuapi, punto estratégico para las comunicaciones entre Chiloé y Chile central

1716 - Camino de Vuriloche (actual Bariloche) entre Chiloé y la Misión de Nahuel Huapi. Carta del Padre Lozano


Capítulo de una carta, del Padre Pedro Lozano al Padre Juan de Alzola, sobre los Césares, que dicen están poblados en el Estrecho de Magallanes

Nota: aqui se habla de las Ciudades de los Césares de origen español

"Bien sé que en esta materia no faltan fundamentos que absolverían mi juicio de la nota de temerario; pues aquí me ha dicho el señor rector, que en su tiempo pasó por Córdoba un flamenco que había salido de los Césares para Chile, porque habiéndose perdido su navío, fue a dar a aquella tierra, de donde lo llevó don José Garro a Europa. Otros mozos se perdieron en la vaquería, y fueron a dar a aquella laguna, en cuya orilla oyeron campanas. El año de 1512, salieron, según creo, por la Concepción, algunos de dichos Césares, de los cuales uno entró en Chile en la Compañía; y aun en Chile parece se ha tenido por muy cierto que hay dichos Césares; pues aun el venerable Padre Antonio Ruiz de Montoya, en un memorial que presentó a Felipe IV, después de haber estado cuatro años en Madrid, y en el que responde a nueve calumnias contra esta provincia, rebatiendo la segunda, de que los padres ponen mal a los españoles con los indios, en uno de los párrafos en favor de los Padres, dice así: A los Césares pretendieron conquistar los españoles.

Entraron con grandioso aparato por sus tierras; pero escarmentados en los indios de Chile sus vecinos, no quisieron recibir el yugo. Y no hubo allí religioso de la Compañía, que les hablase mal e indujese a no recibir a los que pretendían conquistarles. Tengo en mi poder dicho memorial, que es de 11 hojas de a folio. Y el año de 1673, entró desde Chiloé el venerable padre Nicolás Mascardi, en busca de ellos; pero le martirizaron en el camino, y un papel que habrá 6 años me dio el padre Rillo, dice así:

«El año de 1711, por invierno, cuando está cerrada la Cordillera, salió a la ciudad de Chiloé, que cae de la otra parte de la Cordillera hacia el estrecho de Magallanes, uno de los Césares españoles, quien hizo relación de cómo en un ángulo de la Cordillera, que cae de esta banda, están situadas tres ciudades de españoles, de los navíos que se perdieron en dicho estrecho de Magallanes, viniendo a poblar estas Indias en tiempo de Carlos V; que por eso los llaman Césares; (relación que dio un español anticuado), las cuales tres ciudades quiso llamar a una, y la más populosa, los Hoyos, la otra el Muelle, y la tercera los Sauces".

Distan según los cosmógrafos, y por relación del dicho, 160 leguas de la ciudad de Mendoza, 140 de la de San Juan Luis de Loyola, 190 de la de San Juan, 286 de Buenos Aires. De Chillán ciudad de la otra banda, de la Cordillera 130 leguas, y 10 de Calbuco, lugar de los Aucaes Chilenos.

De manera que dichos Césares, según esta nueva relación, caen tierra adentro, en el centro de la serranía, distante de la costa de Magallanes lo que dichas ciudades, de la provincia de Cuyo, poco más o menos, según ellas distan de la dicha costa.

Por la parte del norte, donde está Mendoza, circunda a dichos Césares una laguna de muchas leguas, la que les sirve de fortificación y muro contra las invasiones de los indios caribes, como son los Puelches, Muyuluques y otras naciones. Con algunas tienen contratadas embarcaciones, cambiando a los indios mieses, trigos, legumbres, y ropas, por vacas que pasan embarcadas por la laguna. No tienen otro metal que el de la plata, de que gozan en abundancia, y de él fabrican rejas de arado, cuchillos, ollas, etcétera.

Este hombre César salió a una nación de indios, que llaman, Cumas de Chiloé, y de allí lo dirigieron a dicha ciudad. Salió a pie, que no usan caballos, como las demás naciones de indios de aquellas serranías. Entrose en la compañía de dichos, en la provincia de Chile, y hoy es coadyutor.

En este mismo año de 1711, el General don Juan de Mayorga, vecino de Mendoza, sin tener noticia de la salida de dicho César, por estar cerrada la Cordillera, hizo y juntó gente en dichas tres ciudades de la provincia de Cuyo, por mandado del Gobernador y Presidente de Chile, don Juan Francisco Uztariz, y entró por el mes de setiembre de dicho año a descubrir dichos Césares, con una guía española, que los indios habían cautivado en las vaquerías; y habiendo este tenido noticia cierta de los Césares, por haberlos visto de lejos (aunque no se comunicó con ellos, porque los indios lo impedían), huido de su poder, dio esta noticia a dicho General Mayorga, quien pidió licencia a su Presidente para esta entrada.

Y habiendo entrado, como llevo dicho, y dado la primera batalla a los indios, en el camino (donde tomó 200 piezas de las familias de los indios, mató hasta 30 indios guerreros, y apresó algunos), se le amotinó la gente española, diciendo, que los iba a entregar a la muerte, y hacerlos despojos de los bárbaros, y con esto se volvió sin efecto.

Y habiendo dado tormento a un indio gandul de los apresados, para que confesase lo que sabía de los Césares, dijo, que sabía eran españoles, y que así los llamaban ellos: y por ser de esta parcialidad, que los había visto, y que siete caciques con siete parcialidades estaban esperando a dicho General y su gente, más acá de la sierra, para matarle con todos los suyos, debajo de palabra de amistad.

Hasta aquí dicho papel, que, como dije, me dio el secretario Rillo, y que parece sea de letra del célebre Padre Lezana, Pero sea de quien se fuere, lo cierto es que, aunque no tan menudo en lo que refiere, discrepa poco en la substancia del de Villaruinas. Y que no se hayan hallado en tanto tiempo los Césares, no es prueba de que no los hay, como no lo fuera de que no había Canarias, porque no se hubiesen descubierto hasta los años de 1200; ni que no había Indias, el no haberse descubierto hasta los tiempos de Fernando el Católico; ni que no había Batuecos, el no haberse descubierto hasta el reinado de Felipe II, y esto estando en el riñón de España. Con todo eso yo no lo creo, y solo envié dicho papel, como antes dije a, Vuestra Señoría Reverendísima, para que se entretuviese en el viaje, para lo cual cualquier patraña sirve pero esta no deja de tener su apariencia de verdad". Pedro Lozano.

1718 - Nueva y definitiva destrucción de la misión de Nahuel Huapi

1740 - Un vecino de Chiloé se interna en la cordillera en busca de la ciudad encantada, sin regresar ni encontrarse rastros de él

1746 - Carta del Padre Jesuita José Cardiel, escrita al Señor Gobernador y Capitán General de Buenos Aires, sobre los descubrimientos de las tierras patagónicas, en lo que toca a los Césares (11 de agosto de 1746) Señor Gobernador y Capitán General.

Nota: en este relato se habla de los "Césares" que NO hablaban español

"Me alegraré que Vuestra Señoría se halle con la cabal salud que mi deseo le solicita para universal bien de estas provincias. Estando en esta nuestra estancia de Areco, retirado de la misión de españoles, que no pude proseguir más que por 15 días, a causa de la defensa o guerra contra los indios, he recibido respuesta de mi Provincial a la carta que le escribí recién llegado del viaje del mar, enviándole el diario del viaje, y pidiéndole que informase al Consejo Real sobre el celoso y eficaz porte de Vuestra Señoría acerca de dicho viaje.

Contiene la respuesta tres puntos:

en el primero me dice estas formales palabras: «Haré lo que dice el señor gobernador, de escribir al Consejo, como Su Señoría lo merece, por su celo y eficacia en servicio de Dios, y del Rey; que quizá si no hubiese sido por él, nada se hubiera hecho. Yo me alegrara mucho de poder servir a Vuestra Señoría en cosas de mayor monta; pues además de otros títulos milita en mí el de paisano».

En el segundo me pide, que ruegue a Vuestra Señoría me de una certificación firmada de los gastos que los tres Padres hemos hecho en el viaje, porque así conviene. Ruego a Vuestra Señoría, me haga este favor, como de su benevolencia lo espero: podrá venir esta certificación con el que lleva esta carta, enviándola para eso al Colegio.

En el tercero me dice, atendiendo a mis deseos, que:

«luego que halle coyuntura emprenderá el viaje del Volcán, que es sierra distante de Buenos Aires como cien leguas al sud-oeste; para ver si allí hay forma y paraje a propósito para formar un pueblo de indios serranos, que los Padres del de los Pampas tienen apalabrados; y penetrar desde allí a los célebres Patagones y Césares, hasta el estrecho de Magallanes. Porque habiéndose frustrado esta empresa por mar, por lo inhabitable de sus costas, como hemos visto, dice que no halla otro modo para esta tan famosa -12- misión, por tantos años pretendida por el ánimo real, y del nuestro, sino principiando por dichos serranos, y prosiguiendo por sus inmediaciones a los inmediatos».

Larga y tarda empresa, por cierto, si así se toma: más pronta y eficaz la espero yo por la actividad, y celo cristiano y real de Vuestra Señoría, especialmente si Vuestra Señoría considera bien lo que aquí dice. Sabido es que el Papa, como vicario de Cristo en la tierra, entregó al Rey Católico la América con sus islas, haciéndole tutor de todos sus habitadores, para que como tal procurase su reducción al cristianismo, con su poder, y con el ejemplo de sus vasallos. Penetrado Su Majestad de esta obligación, no cesa, por espacio de tres siglos, de hacer lo posible en cumplirla, ya despachando continuas cédulas a los virreyes y gobernadores, exhortándoles a lo mismo, y prometiéndoles favores a los que se esmerasen en este tan cristiano celo; ya premiando colmadamente a los que en este punto se han adelantado, como se puede ver en las historias de este Nuevo Mundo; ya enviando continuamente ministros evangélicos a su costa, y señalando en casi todas las provincias buen número de soldados que les sirvan de escolta en sus ministerios. Pues además de los muchos que tiene pagados para esto en Filipinas, Marianas y Méjico, en solo la provincia del Nuevo Reino, que comprende solamente desde Panamá hasta el reino de Quito, tiene pagados exclusivamente para este intento cuatrocientos soldados, con sus cabos respectivos, y con sueldo mayor que el de Buenos Aires: y en Buenos Aires tiene pagados para lo mismo cincuenta con su capitán; especificando que hayan de ser para escolta de los Padres jesuitas de la misión de Magallanes y Patagones, que es de aquí al Estrecho. Todos estos soldados, de todas estas provincias, son para solos los misioneros jesuitas, y no de otra religión. Los cincuenta, de esta ciudad de Buenos Aires los señaló Su Majestad desde el año de 1684, de que no dejará de haber cédula en ese archivo; y manda Su Majestad que vayan siempre a obediencia de los misioneros. Así lo refiere don Francisco Xavier Xarque, deán de Albarracín, en la historia que escribió de los misioneros del Paraguay, y lo mismo manda que se efectúe en las demás provincias.

Acerca de estas tierras de Magallanes, ha puesto Su Majestad especial empeño; pues habrá poco más de cuarenta años, que envió una misión entera para estas tierras, y en ella venían padres escogidos, de tierras frías, para que mejor pudiesen aguantar los fríos de hacia el Estrecho. Una Condesa se hizo protectora especial de esta misión, dio varias alhajas para ella, que están todavía depositadas; y el altar portátil, que en este viaje marítimo hemos llevado, es uno de estos dones. Comenzose a disponer el viaje, señaláronse soldados, buscábanse víveres, y cuando no faltaba más que caminar, lo deshizo todo el enemigo común, por intereses particulares de algunos. No era vizcaíno el Gobernador, ni tenía brios, eficacia, ni empeño, de tal; que si los tuviera, poco hubiera podido Satanás.

Hasta ahora han estado todas esas miserables naciones en manos del demonio, cayendo cada día al infierno. ¿Qué corazón cristiano lo podría sufrir, y siendo próximos nuestros redimidos con la sangre de un mismo Rey y señor? Basta un rastro de cristiandad, sin ser necesario ser recoleto, para mover a compasión a cualquiera, haciéndole poner los medios posibles para ello; especialmente a los que tienen autoridad y poder para hacerlo. Nuestros padres, así de Chile, que es otra provincia, como de aquí, han empleado varios arbitrios; pero como para ello es menester el brazo seglar, y este ha faltado, también han faltado ellos. Acerca de estas tierras hay más especiales motivos, que acerca de otras, para procurar su conquista, así espiritual como temporal: porque además de haber tierra adentro, naciones de indios labradores, según se tiene noticia de los de a caballo comarcanos, y también de a pie; estas dos calidades de ser labradores, y de a pie, son, según nos muestra la experiencia, más favorables para recibir el Evangelio, que si fuesen de a caballo, o vagabundos sin sementeras, que es casi imposible el convertirlos. Además de esto digo, que hay graves fundamentos para creer que hay también poblaciones de españoles, y quizás con algunas minas de oro y plata, lo cual ha dado motivo a la decantada ciudad de los Césares.

Los fundamentos son estos:

1) el suplemento a la historia de España por Mariana, y los mapas modernos dicen, que el año de 1523, entraron por el estrecho de Magallanes, cuatro navíos españoles: los tres se perdieron en el Estrecho, y el cuarto pasó a Lima.

2) En 1526, fue la flota de Molucas: pereció en el Estrecho, la capitana, y las demás pasaron a dichas islas.

3) En 1535, entraron en dicho estrecho algunos navíos, amotinose allí el equipaje, y los hicieron naufragar.

4) En 1539, entraron otros tres navíos: el primero naufragó, el otro volvió de arribada, y el tercero pasó.

5) Después, (no dicen en qué año) don Pedro Sarmiento llegó al Estrecho con cuatro navíos para poblar, y hacer escala de los demás, como ahora pretendíamos nosotros. Antes del Estrecho, a la entrada, formó una población con el nombre de Jesús; y en ella dejó 150 hombres de guarnición. Más adelante, en el centro del Estrecho, echó los fundamentos para una ciudad, con el nombre de San Felipe. Todos dicen que en varios parajes del Estrecho hay leña y agua dulce, y por eso haría allí esas dos poblaciones; las cuales cosas no se encontraron en las costas, antes del Estrecho en los puertos que hay: que si se encontraron con pastos y tierra de sembrar, yo juzgo que hubieran sembrado los españoles. Pobló, pues, Sarmiento estos dos parajes, y a poco tiempo, por las muchas calamidades, frío, hambre, y no venirle socorro, se volvió, a España. Esto dice dicho suplemento y los mapas. ¿Qué se hizo, pues, de toda esta gente, que en tantos navíos se perdió? ¿Se ahogó toda? No por cierto, porque el Estrecho es muy angosto en partes: dicen aun los modernos que es de sola media legua, y por esto es cosa fácil el salvarse los naufragantes. Cuentan que de tres navíos, habiéndose perdido los dos, y volviendo el uno, vio este a toda la gente en la orilla; que aunque le pedían que los llevase, no se atrevió a ello por falta de víveres y de buque, y con toda la gente de los demás navíos perdidos sucedería lo mismo.

Presúmese, pues, que toda esta gente habrá emparentado con los indios, y tendrán sus poblaciones a trescientas o cuatrocientas leguas de aquí.

El que no se haya descubierto en tanto tiempo, no me hace fuerza; pues las Batuecas, en medio de España tan poblada por todas partes, estuvo tantos centenares de años, o sin descubrirse o con muy poca o dudosa noticia de que hubiese tal gente. Y pocos años ha, en medio del reino de Méjico, mucho más poblado de cristianos que estas partes, se descubrió una nación hasta política, de quien existían varias dudas de si la habría o no. Y más arriba de la Nueva Vizcaya y del Nuevo Méjico, en donde los mapas antiguos ponen la gran ciudad de Quiriza, de quien se decían tantas o más ponderaciones que las que se hacen de los Césares, y a cuya empresa o conquista fueron tropas españolas, y se volvían cansados de la dificultad, diciendo que estaba encantada (vulgaridad que dicen luego para cohonestar su falta de empeño y constancia), se descubrió la nación de los Pitos, gente efectiva, que vive en ciudades con edificios altos de suelos, y este es el encanto. Con que habiendo aquí más dificultades que en lo dicho, no debe hacer fuerza el que hasta ahora no se haya descubierto. Ni tampoco me hace fuerza lo que dicen algunos, que si hubiera tales Césares o poblaciones, era imposible que alguno de ellos no hubiera venido acá: porque si ninguno de estas partes ha penetrado más que doscientas leguas de aquí hasta el río del Sauce, por las dificultades que se han ofrecido ¿qué extraño es que ellos, teniendo menos medios, y quizás sin caballos, no hayan podido penetrar hasta nosotros?

Pero vamos adelante, mostrando más fundamentos. En la vida del santo padre Nicolás Mascardi se dice, que siendo rector del Colegio de Chiloé, ahora 60 ó 70 años, viendo que en el archivo de una ciudad de Chile había una relación de dos españoles, en que decían que habían salido huyendo del Estrecho por un homicidio que había sucedido en una población de españoles que en dicho paraje había, formada de la gente que se perdió en un navío que naufragó, y cotejando con esta relación las noticias que daban los indios, se determinó a ir en busca de ellos.

Encontró en el camino una nación de indios, harto dócil, que le pidió el bautismo. Pasó hacia el oriente. Salió al camino un cacique, que le dio una ropilla de grana, un peso de fierro, y un cuchillo con especiales labores en el puño, y le dijo: has de saber, que tantas dormidas de aquí (así cuentan las jornadas), hay una ciudad de españoles. Yo soy amigo de los de esta ciudad. Por la voz que corre de indios a indios, han sabido, que un sacerdote de los cristianos, anda por estas tierras: desean mucho que vayas allá; y para que creas que es verdad, me han dado estas señas. El padre no pudo penetrar allá, ni ellos pudieron juntarse con el padre por los indios enemigos. Envió dichas señas a Chile, y allí conocieron el cuchillo por su especial cabo, y dijeron que era del hijo del capitán tal (que no me acuerdo del nombre), que años había se había perdido con su navío en el Estrecho.

Pasó adelante, donde le dijeron otros indios, que de otra ciudad habían salido en su busca dos españoles vestidos de blanco, que era el traje que allí todos usaban; y que llegando a una gran laguna, no pudieron pasar, y se volvieron. Tampoco pudo penetrar acá el padre. Dijéronle que más adelante había un muchacho, que había estado algún tiempo en una de esas ciudades, y que sabía la lengua de los cristianos: llegó allá el padre, dio con el muchacho, y vio que sabía español, aunque pronunciaba mal. Prosiguió en busca de esta ciudad, y otros indios más bárbaros lo mataron: aunque otros dicen que los mismos que lo guiaban por codicia de los abalorios que llevaba para ganar la voluntad de los que encontraba. Eran su escolta y su guía unos pobres indios traidores, como lo son de genio. Después de la muerte de este padre, por las noticias que de él se adquirieron, resultó el venir la misión de que hablo arriba.

Hay más: un cristiano español o mixto, hizo una relación, que anda por Buenos Aires, en que dice en suma, que llevándole cautivo, o de otra forma, llegó a una de estas ciudades, de que cuenta grandezas, y que en cierto paraje antes de llegar, había un cerro de diamantes, y otro en otro paraje de oro. Un corregidor del Perú, llamado Quirós o Quiroga, cuenta en suma en su relación, que siendo de diez años, estando en Amberes, se embarcó en un navío, y que caminando por las costas de Magallanes, mucho antes del Estrecho, y metiéndose con la lancha por un riacho, saltando a tierra, dieron con él, el piloto, y todos los de la lancha, unos hombres que los llevaron por tierra, y que llegaron a una gran laguna; que allí los metieron en una embarcación, y aportaron a una isla en medio de ella, en donde había una gran ciudad e iglesia, donde estuvieron tres días; que no entendían la lengua; y que al partir les dieron dos cajoncitos de perlas, que se cogían en aquella laguna.

Que por señas, y por nombrar Rey y Papa, entendieron que les decían que era para ellos: que el piloto como hereje se las llevó para sí; que cresciendo, y siendo ya mozo, dio cuenta de todo al consejo, prometiendo señalar la costa del riacho, por donde entraron; que le señalaron cuatro navíos; y que suscitándose en este tiempo la guerra del Emperador y Felipe V, se deshizo el viaje, por lo cual pretendió un corregimiento, que consiguió en el Perú. Estas y otras muchas cosas dice en su relación; y se asegura que murió poco ha.

Añadese a esto lo que cuenta una cautiva, que llevada a muy distantes tierras, hacia el sud-oeste, encontró unas casas, y en ellas gente blanca y rubia; y que estando ella muy alegre, juzgando ser gente española, se le ahogó todo el contento, viendo que no les entendía palabra. Además de esto los indios están continuamente diciendo, que hay tales poblaciones, y muchos de ellos convienen en que, en medio de una gran laguna hay una gran isla, y en ella desde la orilla se ve una gran población, en la cual descuella mucho una casa muy grande, que piensan ser iglesia; y que otra pequeña está siempre echando humo, y que desde la orilla se oyen tocar campanas: y dicen que desde el volcán (de que hablé arriba) a donde dice, mi Provincial «que yo vaya» hay solamente seis días de camino, al andar de ellos, que es ligero. Estos y otros fundamentos hay para creer que haya dichas poblaciones en este vasto espacio de 400 leguas. Creo que estas noticias están mezcladas con muchas fabulas, más habiéndose perdido tantos navíos, no puede menos de haber algo de lo que se dice, y que por algo se dijo, pues que no hay mentira que no sea hija de algo. Lo de no entenderse la lengua es muy factible; siendo aquella población del español corregidor, y la otra de la cautiva, de gente holandesa, o inglesa; que también dicen que se han perdido en el Estrecho navíos holandeses.

La historia de Chile por el padre Ovalle trae algunos naufragios de ellos; y también puede ser que algunos españoles con el mucho tiempo, hayan perdido la lengua española, usando la que aprendieron de sus madres indias, con quienes se casaron los primeros. ¿Cuántos hay en el Paraguay, que no saben la lengua española? ¿Y si se conservaran los primeros españoles que se casaron con las indias, sin que ningún europeo fuera allá, no se usara, ni se sabría ya otra lengua que la del indio, y aun con tanta mezcla de europeos, que cada día van allá, la lengua que comúnmente se usa es la de los indios Guaranís, como en Vizcaya la vascongada? ¡Oh cuánto me alegrara que Vuestra Señoría, sin hacer caso de algunos que quieren pasar por críticos y discretos, haciéndose incrédulos a todo, pusiese todo empeño en averiguar ese punto, consiguiendo con su eficacia lo que otros no han podido! ¡Cuán de veras le serviría yo a Vuestra Señoría en cosa que puede ser de tanto servicio de Dios, y del Rey! De Dios, pues si encontráramos españoles, estos, sin sacerdotes tantos años, estarán con muchos errores en la fe y las costumbres, como el pueblo de las 400 casas, que dice el clérigo agradecido Ordóñez, que encontró hacia Filipinas, de un navío que había naufragado 70 años antes, que tenían su cabildo e iglesia, a donde iban a rezar todos los días de fiesta en lugar de misa por no tener sacerdotes. Pero cada uno estaba casado con tres o cuatro indias, diciendo que para multiplicarse, y poderse así defender de los indios enemigos les era aquello lícito (¡qué de teólogos hace la depravada naturaleza!), y tenían otros varios errores. Sin hablar de la docilidad de los indios para el cristianismo, que en tanta variedad de naciones se puede encontrar.

Este descubrimiento se podrá hacer con 300 paisanos de está gente estanciera, sin gastos reales; llevando cada uno 5 ó 6 caballos, y otras tantas vacas, pues esta gente no gasta pan ni bizcocho. Con caballos y vacas todo tienen, y con solo darles pólvora y bala, de 6 a 7 libras de cada cosa, (pues muchos usan lanza) estaba hecho el gasto. Porque hacha, barretas, azadas, palas para hacer pozos a falta de agua, empalizadas para defensa de enemigos, etcétera, todos llevarían de sus casas, y cueros para pasar ríos.

Si yo, que soy conocido por estas partes, viniera a cada partido, y juntándome cada sargento mayor su gente, les hiciera una exhortación, animándolos a la empresa, poniéndoles delante los grandes bienes que de ella se seguirían al servicio de Dios, del Rey, y aun el suyo propio, por lo que se podría hallar de preciosidades a trueque de cuentas de vidrio y otros abalorios, como las lograron los que descubrieron a Méjico y al Perú, y en caso de no hallarse esto, que los tendría Vuestra Señoría muy en la memoria para sus aumentos; y más si con esto se les leyese un papel en que Vuestra Señoría les hiciese estas debidas promesas: si esto se hiciese, es factible, que sin más aparato ni gastos, se conseguiría el intento.

El viaje debería hacerse por setiembre, porque de aquí hasta el río del Sauce, por el verano, suele haber falta de agua, y aun de pastos. Desde ahí hasta el Estrecho, dicen los indios que en todas partes hay agua y pastos. Habría de durar seis a ocho meses, si se registrara bien todo: y para tantos meses eran menester cinco reses para cada uno, y con cabos que fuesen de empeño (que si no son escogidos, luego se cansarían), todo se conseguiría, y Vuestra Señoría, además del premio que se le guardaría para la otra vida, lo tendría grande del Rey nuestro señor. Nosotros acá no buscamos sino la honra y servicio de Dios, de aquel gran Señor, a quien no correspondemos, sino haciendo mucho por Su Majestad, y con solo su honra y gloria estamos contentos. Si a Vuestra Señoría no le agrada este proyecto, o si no tuviere efecto el juntar la gente de este modo, puede Vuestra Señoría discurrir otro con gastos reales, o costa de particulares, que quieran entrar en la empresa.

En todo estoy a las órdenes de Vuestra Señoría, que Dios guarde los años de mi deseo. Estancia de Areco, y agosto 11 de 1746. Besa la mano de Vuestra Señoría su más afecto servidor y capellán."

1763 - Expedición de los jesuitas José García y Juan Vicuña a las costas de Aysén

1765 - Los ingleses fundan el establecimiento militar de Port Egmont en las islas Malvinas

1766 - 1767 - Expedición del jesuita José García al archipiélago del Guayaneco

1767 - 1770. Nuevas expediciones a los archipiélagos australes, esta vez dirigidas por Cosme Ugarte y Francisco Machado, respectivamente

1774 - Se publica la obra del jesuita Thomas Falkner, A description of Patagonia and the adjoining parts of South America…, la que causa alarma en la corona española

1778 - Los franciscanos Norberto Fernández y Felipe Sánchez se internan en los estuarios de Palena y Aysén en busca de los Césares

1779 - La corona española ordena una nueva expedición en busca de la Ciudad de los Césares, la que debía ser dirigida por Manuel José de Orejuela. Tras varios años de disputas con el gobernador, la expedición se cancela

1779-1786. Expediciones de fray Francisco Menéndez a Chiloé continental en busca de la Ciudad de los Césares

1786-1788 Expediciones del piloto José de Moraleda a los archipiélagos australes y la costa de Aysén. En 1792-

1793 realiza nuevas exploraciones, que plasma en un mapa de la región

1791-1793 Expediciones de fray Francisco Menéndez a Nahuel Huapi

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